La fisura palatina es una interrupción en la continuidad del maxilar que origina que la cavidad oral y las fosas nasales se comuniquen. Actualmente se utiliza el termino labio fisurado para referirse a la deformidad del labio y sustituir el labio leporino con el que antes se le conocía (ya que los pacientes presentaban un labio similar al de los conejos [lepóridos])
Puede manifestarse por sí sola por un fallo en la fusión de tejidos durante el crecimiento intrauterino del bebé o puede asociarse a muchos y diversos síndromes y alteraciones cromosómicas. También puede aparecer como resultado de infecciones (rubeola, sarampión, toxoplasmosis, varicela) durante el embarazo así como por el uso de algunos fármacos o el alcohol y el tabaco durante la gestación.
A nivel dental, la fisura palatina se puede acompañar de alteraciones en el número y la forma de los dientes. También puede haber un retraso de la erupción y los dientes pueden erupcionar en posiciones incorrectas.
El tratamiento del paciente con labio fisurado es multidisciplinar y requiere el trabajo conjuntos de anestesistas, cirujanos maxilofaciales, cirujanos plásticos, foniatras, genetistas, otorrinolaringólogos, pediatras y odontólogos (ortodoncistas, odontopediatras y protésicos). Se tratan a edades cortas y, por lo general, se realizan diferentes cirugías e intervenciones para cerrar la fisura palatina, mejorar la estética del labio y corregir los problemas dentales.
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