Como tantas otras partes del cuerpo humano, los dientes también pueden sufrir luxaciones. Tras recibir un traumatismo o golpe, los dientes se pueden mover o desplazar dentro de su alveolo que es el hueco en el hueso donde se alojan las raíces de cada diente.
Así pues, los dientes pueden desplazarse lateralmente inclinándose hacia algún lado, pueden salirse un poco de su alveolo teniendo la apariencia de un diente más largo (extrusión) o pueden introducirse dentro del alveolo debido al golpe recibido; en este caso parecerá un diente más corto (intrusión). (Es el caso de la imagen superior)
En la mayoría de estos casos, el diente podrá ser recolocado en su posición inicial ayudándose de los aparatos de ortodoncia. Además deberá ferulizarse a los dientes adyacentes para asegurar su estabilidad y reducir su movilidad y posibles desplazamientos.
La principal complicación de este tipo de golpes, es que se vea afectado el aporte vasculonervioso del diente y que por tanto la pieza pierda su vitalidad natural y se necrose. En este caso, será necesario realizar la endodoncia del diente, es decir, el tratamiento de conductos para desvitalizar y limpiar el nervio del diente. Es más frecuente en los casos de intrusión ya que el impacto del diente hacia el interior del alveolo suele golpear y romper el aporte vascular y nervioso.
Todos los traumatismos de este tipo deben seguir un control en el tiempo para diagnosticar si se produce cualquier complicación.
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