El tratamiento ortodóncico encaminado a alinear los dientes para conseguir una estética y una función adecuadas es un tratamiento común y sencillo. Pero como todos los tratamientos médicos, tiene una serie de desventajas y riesgos que pueden ocurrir en algunos casos:
- Descalcificaciones: los aparatos fijos predisponen a la acumulación de placa que puede lleva a la descalcificación del diente alrededor del aparato.
- Desórdenes articulares: pese a que la ortodoncia ayuda a corregir muchos de estos problemas, otro autores creen que puede ser la causa también de su aparición.
- Dolor dentario: suele aparecer a las horas de la activación del aparato. Es una sensibilidad a la presión y al morder que desaparece a los 2-4 días hasta la próxima reactivación del aparato. Depende mucho del umbral del dolor de cada paciente aunque fuerzas más intensas producen mayor dolor.
- Lesión de la pulpa: al inicio del tratamiento es probable una respuesta inflamatoria de la pulpa dental (el nervio del diente). Esta pulpitis muchas veces es transitoria pero en determinados movimientos y fuerzas excesivos se puede producir la necrosis (muerte) del diente que requerirá de tratamiento de conductos.
- Lesión de tejidos blandos: durante el tratamiento pueden aparecer ulceraciones traumáticas más frecuente en la ortodoncia fija que en la removible.
- Movilidad dental: es una consecuencia lógica ya que, con el tratamiento de ortodoncia pretendemos mover los dientes. Está movilidad suele desaparecer con el tiempo al cesar o terminar el tratamiento ortodóncico sin repercusiones permanentes.
- Pérdida ósea: la aparatología fija supone una dificultad de higiene que conlleva en la mayoría de los casos a la inflamación de las envcías (gingivitis) que suele desaparecer y volver a la normalidad al acabar el tratamiento ortodóncico. Es inevitable la perdida de algo de hueso (0,5mm) aunque en pacientes con higiene defectuosa puede ser mayor.
- Reabsorción radicular: es inevitable. Se considera que se perderá 1mm de longitud radicular en un tratamiento medio de 2 años. Hay una gran variabilidad individual de cada persona. Las raíces cortas, finas o muy redondeadas y los traumatismos previos pueden producir reabsorciones mayores.
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