jueves, 21 de julio de 2016

¿POR QUÉ DEBO EXTRAERME UN DIENTE?


Esa es la pregunta que muchos pacientes se hacen al acudir a la consulta cuando, creyendo que existe alguna solución, se encuentran con la mala noticia de que es necesaria la extracción de una o más piezas dentales.

Ante todo, el paciente debe entender que la extracción es un proceso traumático que los odontólogos tratamos de evitar salvo cuando no existe ninguna opción más acertada.

Las causas para una extracción son muchas pero las podemos agrupar en:

  1. Destrucción grande del diente. Caries o traumatismos grandes o en localizaciones que dificultan el poder hacer un empaste o un tratamiento de conductos (endodoncia) cuando no se puede asegurar un buen resultado. Son, por ejemplo, las caries radiculares o muy por debajo de la encía.
  2. Pérdida ósea extrema con gran movilidad de la pieza dental cuando el tratamiento periodontal ya no va a suponer ninguna mejoría para ese diente.
  3. Cuando un diente, por falta de su antagonista, se extruye (sale hacia afuera) tanto que imposibilita poder rehabilitar la arcada contraria o incluso supone un problema por sí mismo (movilidad, interferencias al abrir/cerrar, problemas de masticación...)
  4. Cuando existen una discrepancia de tamaño entre los dientes y los maxilares, es decir, cuando los dientes son más grandes y/o los maxilares muy pequeños, el paciente que lleva ortodoncia puede requerir la extracción de piezas dentales para poder alinear el resto. Son quizá las extracciones que más le cuesta a los pacientes de asumir porque, en muchas ocasiones, se trata de dientes perfectamente sanos que debemos "sacrificar" para el mejor resultado del tratamiento.
  5. En ocasiones, en trabajos rehabilitadores extensos y con el consentimiento del paciente, se extraen dientes más o menos sanos para asegurar una mayor funcionalidad y estética de los mismos trabajos.

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