lunes, 12 de febrero de 2018

INJERTOS DE HUESO

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En muchas ocasiones, el paciente necesita de injertos óseos para la colocación de los implantes o incluso para preservar algún diente. Pero, ¿qué son exactamente los injertos óseos?

Se trata de biomateriales que se utilizan durante ciertas intervenciones (elevación de seno, colocación de implantes...) y que van a fomentar la creación de hueso nuevo allí donde antes no existía.

Los injertos de hueso pueden ser de muchos tipos:

  • Autógenos: el hueso procede del mismo paciente. Muchas veces la zona donante no aporta suficiente hueso y se combina con otro tipo de injertos óseos. Produce mayor molestia puesto que requiere de una segunda zona intervenida de la que extraer el hueso. A veces, en la colocación de implantes se puede aprovechar el propio hueso fresado durante la intervención.
  • Alogénos: procedentes de cadáveres y procesados por congelación o desmineralización. Están esterilizados y son suministrados por bancos de tejidos. Están tratados químicamente para evitar la transmisión de enfermedades.
  • Aloplásticos: son sintéticos (fosfatos de calcio, vidrios bioactivos, hidroxiapatita...) Se suelen mezclar con el hueso autólogo cuando es insuficiente.
  • Xenogénos: proceden de otras especies. Son generalmente de origen bovino.
Muchas veces se utilizan otros tipos de injertos como son las membranas de colágeno o el plasma rico en plaquetas que se extrae previamente de la sangre del paciente.

Todos estos biomateriales tienen el objetivo de intentar ganar volumen y masa ósea en zonas comprometidas.

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